Un salto de esplendor al olvido:
“Hoy ya no me voy pal Salto”.
Las múltiples visitas que llegaban los domingos al hotel El Refugio de Tequendama han desaparecido pues la única presencia que recibe este lugar es la de misterios y almas en pena que residen en el hotel que algún día fue el epicentro turístico de preferencia de los bogotanos.
Por: Tatiana Buenaventura Castillo
“Me voy pal salto mi Vida pero no es a suicidarme, ni a que me tomen retratos antecitos de votarme” este es un fragmento de la canción de Noel Petro, cantautor colombiano de música popular. Esta copla fue compuesta por este compositor cordobés donde en sus liricas critica los populares suicidios que se presentan en el que hasta hace unos años era el atractivo turístico por preferencia de los bogotanos pero en este momento solamente queda una casa abandonada y un abismo de aproximadamente 157 metros.
El frio, la niebla, los malos olores y la soledad se han adueñado del Salto de Tequendama, epicentro turístico del municipio de Soacha, Cundinamarca, a tan sólo hora y media de la capital. Al lado del salto está ubicado un viejo edificio representativo de 5 pisos, construido sobre un peñasco. Esta edificación fue inaugurada en el año 1928 prestando el servicio de hotel y el cual fue titulado “El Refugio de Tequendama”
A mediados del siglo XX este prestigioso hotel era visitado por las familias más adineradas de Bogotá, pues la sofisticada arquitectura que caracteriza la mansión junto con la naturaleza que la rodea hicieron de este sitio un lugar agradable el cual con el tiempo se fue convirtiendo en un atractivo turístico para tanto colombianos como extranjeros.
Del diseño arquitectónico italiano, lleno de minuciosos detalles no queda más que un simple recuerdo pues día a día el Hotel Refugio de Tequendama se desmorona lentamente. Dentro de sus paredes las grietas y humedades hacen constante presencia. José Ignacio Pareja, habitante del hotel, ha tenido que reconstruir la escalera varias veces pues hace un tiempo se cayó un pedazo de techo el cual daño la escalera principal.
Los habitantes de la vereda de San Francisco, la cual está ubicada a menos de 500 metros del Salto, recuerdan con nostalgia la época de esplendor que vivió este prestigioso hotel donde constantemente era visitado por los turistas de todas partes del país y del extranjero, quienes viajaban los domingos en tren para llenar las 15 habitaciones que hacen parte de esta lujosa mansión, así lo afirmó Julia Abello.
La razón del olvido de este atractivo turístico se debe a varias razones que con el tiempo le han dado pie a otros argumentos para olvidar por completo a lo que hasta hace 80 años era el lugar de preferencia donde varias celebridades colombianas pasaron su luna de miel.
La contaminación del rio Funza, más conocido como el río Bogotá, los múltiples suicidios y las escalofriantes historias de terror que alimentan la fantasía de este hotel han hecho que los turistas no se atrevan a bajarse en el kilometro 30 vía Mesitas.
“La gente ya no viene por acá porque dicen que los asustan la cantidad de muertos que se han botado, aunque otros dicen que es porque huele mal” dijo Jairo Bernal quien cuidó el hotel del salto durante 8 años. Este hombre cundinamarqués ha presenciado los múltiples suicidios de las personas que han llegado al salto. “Al principio me daban muchos nervios pero con el tiempo me acostumbré”. Este campesino, alcanzó a presenciar hasta 10 muertes al día donde la mayoría de suicidas se quitaban la vida por amor.
Quienes han visitado el hotel afirman que al entrar al Refugio del Tequendama es frecuente oír pasos en la madera, ver rostros que se asoman por las ventanas y voces desconocidas. La música de las grandes orquestas que tocaban los domingos ha sido remplazada por voces, niños llorando, gritos y chillidos de puertas y ventanas. La providencia de estos ruidos aún no se conoce pero se dice que son almas en pena que habitan en el hotel.
El olvido de lugar turístico ha hecho que los habitantes de la vereda San Francisco también se sientan olvidados pues actualmente no son muchos los turistas que se atreven a bajarse en la carretera debido al misterio que rodea a este lugar el cual era símbolo de mayor orgullo para los colombianos en los años 50.
De los propietarios se sabe muy poco, solamente que estos residen en Bogotá pero nunca han querido darse a conocer ni brindar entrevistas. Actualmente el hotel se encuentra en proceso de restauración para ser considerado patrimonio nacional sin embargo el necesario invertir un alto presupuesto. Mientras se logra reestructurar este lugar, el Hotel El Refugio de Tequendama seguirá siendo visitado por los únicos habitantes que se atreven a entrar a este lugar; Las Almas en pena que rodean el sitio.
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